(text-colour:magenta)[Impermanencia]
María Laura aprovecha el día de franco para poner en orden la casa. Cuando se siente saturada, termina una relación o siente ganas inminentes de renunciar al trabajo, cambia de lugar los muebles de la casa.
Otras chicas se cortan el pelo.
María Laura desarma la cama y duerme unos meses con el colchón en el piso, mueve repisas, compra una alfombra, almohadones, cambia la cortina de la ducha.
Esta vez el desajuste fue Mario.
[[Mario]]
[[La aspiradora]]Con Mario la relación fue breve e intensa. María Laura nunca había conocido un hombre tan egocéntrico, a pesar de haberse vinculado con varios músicos en el pasado. Mario no se veía más que a sí mismo, tenía mil “mañas” detestables, mentía, pero era (text-style:"blink") [buen cocinero]. María Laura no pudo anticipar el fin; le dolió nuevamente enfrentar el fracaso de un proyecto de vida. Pero no rogó, (text-color:"blue") [ni se cortó el pelo].
[[Cortes de pelo increíbles]]
[[Ariel]]Sacó la aspiradora del pequeño gabinete junto a la puerta del baño. Mientras desenrollaba el cable, se puso a pensar en los márgenes de la literatura realista. Imagínate un escritor del siglo XIX que hubiese metido en alguna de sus ficciones una aspiradora, una licuadora, un secador de pelo, y se metiera ya en el ámbito de la ciencia ficción.
Ciencia ficción-ficción científica, tecnología del futuro que para nosotros ya es del pasado. Imagínate una bruja digital volando en aspiradora. Una bruja digital no podría untar un tubo de aspiradora con beleño. ¿(text-colour:(hsl:270,0.8039,0.5,0.55))[Habrá alucinógenos digitales]? ¿De qué hablará la ciencia ficción dentro de dos siglos? ¿Habrá distopías sobre árboles y animales orgánicos? ¿Los peces, las flores azules que tiene en el balcón, serán seres mitológicos?
Sonó el teléfono
[[Llamada de papá]]
[[Número desconocido]]
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“Tradicionalmente, el pelo largo es muy importante para nuestras mujeres, así que cortarlo es una acción de protesta contra la ideología antifemenina y ahora también un símbolo de solidaridad”, dice Darvishpour.
Las protestas, calificadas como una revolución femenina en el conservador país de Medio Oriente, fueron provocadas por la muerte de Mahsa Amini, una mujer kurda de 22 años que entró en coma después de ser detenida por la policía de la moral el 13 de septiembre en Teherán, por presuntamente violar la ley que exige que las mujeres se cubran el cabello con un velo o pañuelo. Amini murió en el hospital tres días después. La policía sostiene que colapsó en un centro de detención después de sufrir un ataque al corazón, pero su familia alega que los agentes le golpearon la cabeza con una porra y la golpearon contra uno de sus vehículos. Desde entonces, las protestas se extendieron y recogieron otras demandas como ponerle fin a las leyes obligatorias sobre el hiyab (velo que cubre la cabeza). Ahora se han convertido en manifestaciones nacionales contra los líderes de Irán y todo el establecimiento clerical.
(…) Activistas han comentado que el símbolo de cortarse el pelo es una antigua tradición persa de protesta y tristeza. Shara Atashi, escritora y traductora residente en Gales, dijo en Twitter que esta tradición puede encontrarse en el Shahnameh, una epopeya antigua y famosa del mundo persa escrita alrededor del año 1000 por Ferdousí, considerado uno de los autores más importantes de la lengua persa.
Fuente: La Nación, Octubre 6 2022
[[Volvamos al día de limpieza|La aspiradora]]Ariel era (contra)bajista, como no, una especie de adolescente treintañero que seguí viviendo con/de su mamá. Ariel tenía la facha para haber conseguido cualquier trabajo de atención al público, de publicidad, de modelaje; tenía el talento para haber tocado con quien quisiera. Sin embargo se le iban las horas en pulir a “La negra”, su contrabajo, armar pedales para “La mona”, el bajo, que nunca llegaba a utilizar. Bañarse le tomaba más o menos una hora y media botella de acondicionador para rulos definidos, hacer la salsa para unos fideos tampoco era algo que se le podía pedir si uno tenía hambre. De Arielito no se podía esperar nada, era un pibe para no esperar, llegaba tarde, directamente no llegaba. Un día Maria Laura lo dejó haciendo un guiso de lentejas y fue hasta el chino de la esquina a comprar un vino; a mitad de camino se dio cuenta de que no traía la billetera, regresó a la casa. Ariel estaba desandando el guiso. Entre sus manotas de (contra)bajista los tomates recuperaban la piel, la cebolla se descortaba, las lentejas saltaban como una magia desde la olla, se secaban en el aire y volvían al paquete. Ariel se reía lento, bajo y (text-rotate-y:181)[al revés], Ariel era un paisaje sonoro lynchesco, subliminal, en cámara lenta. Antes de que se apagara la estufa María Laura buscó su mochila, abandonó la llave sobre la mesa y no volvió.
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Hace un par de meses largos que no hablaba con su viejo, tal vez ocho o nueve. Cuando lo visitaba, el padre trataba de atiborrarla de todo el pan y el queso y las golosinas que no le dio nunca de chica. De cuando era chica lo recordaba distante; lo recordaba aparecer cada 8 o 12 meses con un vestido que no era de su talle, con un peluche o una pelota que parecía comprada para otro niño. Venía, le hacía visita en la puerta, la llevaba a veces a un café, le preguntaba por la escuela sin escuchar nunca la respuesta. Siempre tenía una llamada, siempre tenía que volver porque la abuela, porque la tía, porque tu prima necesita que la lleve. María Laura lo quería, con un cariño ajeno, como si su viejo fuese algo que alguien más le había heredado, pero no algo propio. Ahora que era adulta tomaban unos tragos y jugaban a las cartas, ella le hacía preguntas, le cosía los botones caídos de las camisas, lo acompañaba al mecánico, al dentista. A veces no tenía ganas de atender cuando su viejo llamaba. Hoy solo quería limpiar y de alguna manera todo se interrumpía y volvía a empezar.
[[Atender al viejo]]
[[Comenzar por fín la limpieza]]“Deben ser los hijos de puta de Movistar”, pensó. Recordó el video de un meme que había visto hace unos días sobre recibir llamadas de números desconocidos. Sin pensarlo dos veces hizo lo mismo que había visto en el video: atendió la llamada, metió el celular debajo de una olla y comenzó a golpearla como un tambor con dos cucharas de madera. Primero sin sentido, luego improvisó un ritmo. Estuvo unos segundos así, casi un minuto, esperaba haber aturdido a los hijos de puta de Movistar. Para su sorpresa, al quitar la olla la llamada seguía en curso. “¿Hola?”, se escuchó del otro lado. -¿Sos un hijo de puta de Movistar?, preguntó impaciente. –No, no trabajo en Movistar. Necesito hablar con la médium. Con la doctora Sarah. Por favor, dígale que (text-colour:red)[necesito hablar con ella].
[[Hacerse pasar por Sarah]]
[[Comenzar por fín la limpieza]] -Hola, padre ¿cómo andas?
-Hola, hija… ¿estás ocupada?
-Más o menos, pa, estoy limpiando un poco acá. Tuve mucho trabajo y está todo patasarriba
-Hija, ¿Mario está con vos?
-No, pa. Ya no veo más a Mario
-¿Cómo no se ven? ¿Terminaron?
-Sí, señor. Hace un par de semanas ya.
-Hija, me sorprendes… Mario pasó por la casa de tu abuela hace tres días… Dijo que era una urgencia… ¿Sabes si tiene otro número de teléfono ahora?
-¿Cómo una urgencia? ¿Qué pasó?
-Nada, hija ¿habrá cambiado de teléfono?
-No tengo idea, pa. No hablo con él hace un par de semanas. Pero explícame lo de la urgencia, ¿qué pasó con la abuela?
-Que le dio una plata a Mario
-¿Cómo que le dio una plata? ¿Por qué plata? No entiendo nada
-La abuela dice que era Mario, a mí me parece que no era, la abuela dice que tenía rulos y gafas. Tocó el timbre, le dijo que era el novio de la nieta, que si no se acordaba, y que necesitaba plata para una urgencia, que se la mandaba con la nieta el fin de semana. La abuela cree que era Mario, a mí me parece que no era.
-¿Cuánta plata es, pa? Yo se la pago a la abuela. Decile que no le abra la puerta a cualquiera, es peligroso.
-¿Por qué no vamos a cine esta tarde, hija? Y nos tomamos algo por ahí…
[[Comenzar por fín la limpieza]] Comenzó a aspirar prolijamente todo el ambiente grande. A veces le daban ganas de pasar ahí las cosas de la pieza y dejar en la pieza solo la mesita y el televisor, como un minibar donde tomar algo y mirar videos, como en esos bares a los que iba en la adolescencia, donde pasaban los compilados de rock de los 80´s. un barcito privado, con(text-style:"blink") [luces de navidad] en la ventana. Y pasar ahí la nevera. Podía poner también un sillón. Nunca armó un estudio; armar un bar sonaba mejor. Comenzó a mover los muebles. Habría sido agradable compartir un espacio así con Mario, con plantas, la mesa, bebidas y lucecitas. Al mismo tiempo sentía lástima de no extrañarlo. Qué estaría haciendo a esa hora.
El celular comenzó a vibrar sobre la mesa.
El nombre y número de Mario aparecieron en la pantalla.
Siguió desarmando la cama.
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Recordó la novela de Paul Auster donde un rarito random llama a la casa de un escritor y pregunta por el detective privado Paul Auster y el escritor decide seguirle la corriente y hacerse pasar por el detective Paul Auster de papel. Todo bajo la mano enorme del Paul Auster de carne y hueso que también parece hecho de papel. Después de leer esa novela se compró El cuaderno rojo de Paul Auster y después (text-colour:red)[un cuaderno rojo] donde escribir.
–Habla con la doctora Sarah, dijo la María Laura de carne y hueso– ¿qué necesita? Por favor sea breve.
-Doctora, habla con Luis Malvido. Necesito que se comunique con el espíritu de mi mamá y le pregunte por la llave del chifonier.
-¿Cuál llave?- preguntó Sarah de papel.
-La del chifonier, donde están la plata y las escrituras de la casa.
-¿Cuál casa?- preguntó Sarah de carne y hueso.
-La de mi mamá, donde está el chifonier. Usted ya vino una vez a la casa, doctora. La casa de Santa Isabel desde donde invocamos al tío.
-¿Cuál tío?
-Mi tío Román.
-¿Y cuánta plata es?- preguntó María Laura de papel.
-Harta plata, doctora. Yo le prometo su parte.
-Necesito algo de su mamá para hacer ese trabajo. Lo tiene que meter en un frasco de vidrio y envolverlo en un trapo negro. Cuando lo tenga llévelo a la pizzería Adriana de Chapinero. Esa gente trabaja para mí. Primero se van a negar, pero usted como sea haga que le reciban el frasco, después vuélvame a llamar.
Cortó. Había comido una pizza malísima en Adriana. Le divirtió la idea de ponerlos incómodos con un frasco envuelto en un trapo negro. (text-colour:blue)[Se miró al espejo]. Casi no se reconoció. Sacó una cerveza de la nevera.
[[Comenzar por fín la limpieza]]